Quienes utilizan cotidianamente a Internet para sus actividades, sea económicas, personales, emprendimientos o blogs, han observado como comienzan a extenderse los proveedores de alojamiento ("hosting") que ofrecen, además de sus servicios tradicionales, la del alojamiento compartido en la nube.
Este desarrollo tecnológico, que se prevée que supere este año un mercado de USD 400.000.000 (Cuatrocientos mil millones de dólares) no es, sin embargo, una novedad absoluta, aunque esté en marcha a convertirse en el principal soporte de las actividades en la red.
De hecho, los primeros en utilizarlo ampliamente fueron los servidores de correo. Muy pocos utilizan ya los viejos sistemas de alojamiento ("STTP") en los propios equipos de sus direcciones de correo e incluso archivos. Empresas como Google (gmail), Yahoo (yahoo.com.ar) siguieron los pasos del pionero "hotmail" y extendieron sus servicios con cada vez más capacidad de almacenamiento a disposición de sus usuarios, en forma gratuita.
Hoy el alojamiento en la nube es usado masivamente para reemplazar al crecimiento de la demanda de capacidad de los dispositivos físicos en poder de los usuarios. Servicios como el Dropbox, el One Drive de Microsoft, o el Google Drive de la misma Google facilitan el almacenamiento con un umbral de gratuidad para los pequeños usuarios que normalmente supera las necesidades personales e incluso puede ser utilizado para emprendimientos que no requieran gran tráfico.
Más aún: si la capacidad gratuita es superada por las necesidades del usuario, los planes de ampliación (los "upgrade") abren las opciones disponer por tarifas accesibles -al menos, en los países sumados a la evolución del mundo-.
En el nivel de los grandes usuarios, la revolución es exponencial. Es que las ventajas son abrumadoras.
Esas ventajas se traducen, entre muchas otras, en la economía en equipamiento "hadware", la reducción del costoso "capital humano" para el desarrollo de productos y el soporte de los sistemas, la imposibilidad de competir con la escalabilidad y el perfeccionamiento constante de los sistema en red, el costo de la seguridad -a la inversa de lo que en primera instancia podría imaginarse, la seguridad en la nube es altamente más eficiente y económica que la realizada en los equipos propios- y el acceso al "cutting edge" de la tecnología a un costo prácticamente insignificante.
Lo que viene será un cambio aún más veloz y exponencial. En la puerta están la utilización "en cadena" de la IA (inteligencia artificial) para diseños industriales, empresas farmacéuticas en gran parte de sus investigaciones sobre nuevas drogas y productos, las aplicaciones educativas -que ya están revolucionando la formación de las nuevas generaciones con contenidos adecuados a la demanda actual de la sociedad en general y la economía en particular-, los sistemas médicos de información universal... y así hasta el infinito.
Disgresión final: la gran alegoría del científico y teólogo católico Theilard de Chardin ("El fenómeno humano") cuando imaginaba a la red inmaterial inteligente rodeando al planeta como el "punto Omega" de la evolución humana, en espontánea sintonía con la "Singularidad" pronosticada por el científico y tecnólogo Ray Kurzwail ("La singularidad está cerca") a fines del siglo pasado avizorando la confluencia de la inteligencia humana, el desarrollo del procesamiento de la información y la comunicación global en tiempo real de todo lo que existe -personas, sistemas informáticos, robots, algoritmos, infraestructura, memoria universal e inteligencia artificial- parecen acercarse a pasos agigantados hacia la formación de un "planeta pensante". Nuestro hogar.
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